Esa sensación de revivir la partida de tu país cada vez que visitas a tu familia, o que ellos te visitan.
Estás en el aeropuerto, emocionadísima, contando los minutos para que aparezca por la puerta de "Llegadas" tu mamá, tu papá, tu mejor amiga, o un ser querido. El corazón te late tan rápido que hasta pareciera que las personas a tu alrededor lo pueden escuchar. ¡Que emoción! ¡Que nervios! Y que ganas de abrazar a tus seres queridos! De verdad que son lindas las visitas, ya sea que tu vayas a verlos o que ellos vengan a verte.
Tantos temas por platicar, tantas preguntas! ¿Cómo están todos en casa? Qué tal el viaje?
Tantos temas por platicar, tantas preguntas! ¿Cómo están todos en casa? Qué tal el viaje? ¿Cómo pasaron.... la Navidad / la boda de Fulanito / el cumpleaños 96 de la abuelita, etc... El tiempo no parece ser suficiente para ponerse al día. Igual tus seres queridos querrán saber todo de ti, y de tus aventuras en Alemania: ¿Y cómo te tratan en el trabajo?, ¿Cómo son tus vecinos?, ¿Y si son racistas los alemanes?, ¿Cómo vas con el idioma?... Pff!! Algunas de sus preguntas son mucho más complicadas de responder de lo que pareciera.
Todo es alegría y felicidad hasta empezamos a notar las diferencias...¿Diferencias en qué? En nuestra personalidad, o en la de nuestros seres queridos, en nuestras opiniones, hasta de costumbres! Finalmente mucho o poquito pero el tiempo ha pasado, y de una forma y otra tanto ellos como nosotros hemos cambiado. Igual los queremos y estamos felices de verlos, pero a veces una reacción a un comentario muy inocente sobre el clima por ejemplo, pone en evidencia el inevitable hecho que hemos cambiado. Son esos mini-episodios e interacciones que nos dejan ver más de lo que nos hemos perdido al no vivir en nuestro país. Finalmente no solo nos perdimos la boda de Fulanito, o el cumpleaños 96 de la abuelita, también nos perdimos un cúmulo de experiencias que bien pudieron ser tristes, difíciles o alegres y satisfactorias; y que fueron moldeando nuestra realidad, y nuestra personalidad, y el cómo reaccionamos a ciertas situaciones.
...es justamente parte de mis intenciones de una vista de o a los familiares, que tengo, el procurar ponerme al día no solo en los eventos sociales y triviales, sino intentar saber de verdad cómo están
En mi caso, es justamente parte de mis intenciones de una vista de o a los familiares, que tengo, el procurar ponerme al día no solo en los eventos sociales y triviales, sino intentar saber de verdad cómo están, cómo se sienten, si algo los preocupa... porque justamente esa es la parte que más me duele perderme.
No me malentiendan, me hubiera encantado estar presente en las bodas de dos de mis primos, y bailar toda la noche, pero más me encantaría estar allí para abrazar a mi papás si están teniendo un día difícil, o a mi abuelita si está enferma, o escuchar a mi amiga contar historias de su perrito que no anda muy bien.
En todos esos momentos es en los que pienso cuando días después la visita llega a su fin, y estamos de nuevo en el aeropuerto, despidiéndonos, con el corazón desbordándose de emociones. En cierta forma es como revivir una vez más el día que salí de México a empezar una nueva vida en Alemania.
Pidiendo lo mejor para mi familia y mis seres queridos, y empezando un conteo para la próxima vez que pueda verlos. Creo que todos quienes estamos en la misma situación podemos confirmar que despedirse de la familia y amigos, es un poquito más fácil cuando ya se tiene una fecha para verlos de nuevo (¡así falten meses! siempre será mejor que no saber). De allí mi hábito de revisar frecuentemente si hay descuentos en vuelos a casa, o para que vengan a visitarme! Amigos y familia: perdón por el spam pero mandarles promociones de vuelos es parte de mi visualización y deseo de verlos!
Finalmente, el tener o no una fecha concreta para visitarlos o que nos visiten, es como una muletilla, que no garantiza que no nos vayamos a perder momentos importantes de nuestros seres queridos, sino que nos da algo de paz y la ilusión de verlos de nuevo, nos reconforta.
Este año decidí "prepararme" para enfrentar la "depresión post-visita", con lo mejor que se me pudo ocurrir... centrarme en vivir el momento. Si bien, la vez anterior que mis papás me visitaron, me quedé muy tristona y apachurrada tras su partida, esta vez me propuse a estar presente. Ya que se llegaron los últimos dos días, sentí como me entraba la angustia, pero en vez de caer en la emoción, pensé "¡Mis papás están aquí! Que afortunada soy!" los abrace tantas veces pude, platicamos, aproveche para recordarles lo mucho que los quiero y los admiro, y les agradecí la vida entera literal. Obviamente esto fue mucho más fácil en los días previos a que se llegara la despedida del aeropuerto, pero aún así yo seguí muy comprometida con la causa de vivir el presente, incluso cuando se me estrujaba el corazón y ya era hora de "despedirse bien" para que los viajeros pudieran seguir por el security-check del aeropuerto.
Y así me cayó el veinte, que de ese instante se trata la vida...
Y así me cayó el veinte, que de ese instante se trata la vida. Aun cuando yo sabía que 2 minutos después ellos iban a pasar por el security-check para seguir su camino hacía la sala de espera, y el resto de su viaje de regreso... a mi todavía me quedaban esos 2 minutos de poder decir: "¡Mis papás están aquí! Que afortunada soy!".
En verdad que en la vida no la pasamos viendo al futuro, " la próxima semana tengo que hacer esto...", "hoy voy a cenar esto.." , "cuando vea a Fulanita le voy a decir que...", "mañana hago esto...", y en eso se nos van tesoros tan grandes como esos 2 minutos más de abrazar a nuestros seres queridos cuando están aquí.
Igual lloré feo, cual Kim Kardashian, pero sentí menos tristeza en los días subsecuentes, en vez me sentí más tranquila. Así que con gusto les comparto a todas y todos quiénes potencialmente estarán en esta situación, este tan trillado y tan cierto consejo: disfruten el presente.
xxx LuceBuona
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